Autora: Psicóloga Social María Mondelli
No puedo con él, este chico hace lo que quiere.
La maternidad era como una selva para mí. Llena de claroscuros y asechos, mil cosas que tenía que controlar. Luego de este proceso se transformó en un gran salón con cuatro fuertes columnas de piedra, cuatro ideas que nos sostiene firmemente.
¿El resto?, espacio libre donde inventar la vida. Nuestro hijo y nosotros.
Testimonio real de la mamá de un niño de esos llamados "difícil".
Cuando nos dicen que los chicos necesitan límites, las madres y los padres nos sentimos empujados a sostener un lugar autoritario que ya no queremos –ni aunque quisiéramos ya podemos ejercer - . Entonces ¿qué es hoy poner límites?
Pensemos algunas ideas:
Las personas hacemos o no hacemos las cosas por dos razones fundamentales:
1 porque creemos que hacerlas o no hacerlas está mal y nos pueden castigar por ello, o
2 porque creemos que hacerlas o no hacerla hace mal al a nosotros y a otros con los que nos identificamos.
Si creemos que nos castigarán por lo que está mal, el cálculo es fácil: alcanza con creer que no nos verán cuando lo hagamos, para hacerlas sin problemas ni culpa.
La infancia y la adolescencia son dos momentos regios para este pensamiento omnipotente de “a mi no me van a encontrar haciéndolo, a mi no me va a pasar”.
Ahora, cuando actuamos según lo que hace bien nuestra acción será independiente de la mirada punitiva del otro y muy difícilmente hagamos lo que creemos que hace mal.
Tengamos la edad que tengamos podemos aprender que existe un límite amenazador, punitivo; y que existe un límite, una ley, que es acuerdo y acompaña el encuentro entre las personas. La primera es la que nos dice qué es lo que "está mal", la segunda nos ayuda a vivir en lo que que hace bien.
Desde muy pequeño el niño y la niña podrían aprenderla, si los adultos no obturáramos ese aprendizaje con un sentido punitivo de la norma y del límite.
El límite de lo que está mal –como mandato externo a la persona-, invita a ser saltado. El límite de lo que hace mal –como manifestación de la internalización del acuerdo entre las personas-, es imposible de ser evitado por propia voluntad.
El desafío de la época es cómo hacemos los adultos para ganar el equilibrio emocional necesario para acompañar a los chicos y las chicas a que puedan desarrollar su vivir tal como quieren... pero a que quieren desarrollarla como les hace bien.