El Sol de San Juan del Río
Por: Rosalía Nieves
Lunes 10 de abril de 2017.
Marzo de 1977 es una fecha especial que marca de manera profunda la fe católica de los lugareños de la comunidad de La Valla, quienes pasaron de la esencia cristiana de rezar el Viacrucis a representarlo, desde aquel entonces se marcó de manera especial la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo esta localidad de San Juan del Río.
Aunque en aquel entonces fueron muy pocas las expectativas ante los ojos de los católicos de asemejar el calvario de Jesús de Nazareth; hoy en día esta fiesta católica, que purifica el alma de los creyentes, es sinónimo de un acto de contrición para propios y extraños del lugar, obteniendo como resultado uno de las representaciones más representativas en el municipio de San Juan del Río y la región.
La evolución de este viacrucis a lo largo de este tiempo ha sido significativo, poco a poco se han ido incorporando nuevos personajes y montado diversos escenarios dentro de la comunidad, generando expectativa de los lugareños, quienes buscan llevar al grado máximo el realismo de la Pasión de Cristo, mostrando dos momentos importantes, el primero consistente en los golpes que recibe Cristo de parte de los soldados romanos durante el trayecto al Calvario, y el segundo, el más significativo, la ascensión del Nazareno que hace vivir a los asistentes los últimos minutos de la vida terrenal del redentor.
Los preparativos para el viacrucis inician dos meses antes, desde la logística, la distribución de los escenarios, la ruta del viacrucis y los ensayos de los actores, que hacen esta representación católica distinga a La Valla de las demás comunidades de San Juan del Río, motivando a las nuevas generaciones para que continúen con la preservación de esta tradición del lugar, preparando con alegría y respeto la fiesta mayor del catolicismo, herencia que ha sido transmitida de sus mayores, ellos quienes apoyados de un bastón, lento caminar, y manos desgastadas visiblemente, infunden las fervientes costumbres para dar la buena nueva de Jesús resucitado.
Nicasio Pérez Álvarez, hombre de fe y raíces firmes, fue quien a sus 20 años de edad buscaba integrar a los creyentes de la comunidad en un sólo acto penitencial de Semana Santa por las principales calles de la comunidad. Hubo miradas incrédulas y desconfiadas de los creyentes porque la Pasión, Muerte y Resurrección del nazareno sólo se había hecho presente bajo la lectura entre la comunidad católica antes de pensar en llevarlo a la realidad.
“En aquellos años, fuimos los primeros, junto con otros dos hermanos que es Luis y Miguel Gómez Álvarez, empezamos y duramos mucho tiempo organizando el viacrucis y el que la hacía de Cristo, era de Michoacán, 12 años organizamos el viacrucis, ya después la gente se desanimó y se dejó, enseguida lo empezó a organizar mi muchacho, empezó a venir demasiada gente y cuando lo hicimos fue en el jardín y ahí no había nada, estaba solo, después decíamos, mejor vamos a hacerlo en el cerrito y ya ahí se quedó, estos muchachos han seguido y es bonito porque se recuerda los tiempos de dios nuestro señor crucificado y se recuerda a la juventud la importancia de eso, si quiera así se recuerda pensar en lo bueno”, narra con orgullo Nicasio Pérez.
Sin saber leer ni escribir, pero con toda una intención de infundir las creencias católicas, se logró que el viacrucis fuera creciendo con nuevos espectadores, quienes se daban cita a lo largo del recorrido cargando canastas de tortillas, garrafas de agua y uno que otro guisado tradicional del lugar, saliendo a la puerta de sus casas para compartir los alimentos con la gente que terminaba de apreciar la ascensión de Jesús, y para asegurarse que regresarían el año entrante a recordar que Cristo, estando en la cruz, borró los pecados de toda la humanidad.
Motivados por la fe que enmarca la comunidad católica de La Valla, la cruz no puede dejar de ser otro de los aspectos importantes en los preparativos, año con año las familias se van turnando para su elaboración, sin importar la clase de madera que hará de este suceso uno de los momentos más emotivos; Gerónimo Pérez Álvarez, eligió fabricar la cruz de este año a base de pino, sin importar las astillas en sus manos como cicatrices por trabajar la madera como marca de esta labor, 150 kilos deberá pesar, pero motivado, afina con un delicado tallado cada detalle de las tarimas que harán la cruz que el redentor llevará cuesta a pie, al mismo tiempo de caer lentamente una estela de luz incandescente momentos antes de ser crucificado.
“La cruces están hechas de pino y pesan 150 kilogramos, estamos renovando unas, las cruces se renuevan continuamente, están conscientes de que deben estar preparados físicamente para cargar ese peso, siempre antes de prepararse físicamente, lo hacen más espiritual, porque eso es lo que los va a levantar, lo espiritual ayuda mucho”, relató Gerónimo Pérez.
El legado que dejó Nicasio Pérez Álvarez, hoy más que nunca tiene una firma continuidad por su hijo Gerónimo Pérez Álvarez, organizador de este tradicional evento en medio de una vida llena de modernismo, hedonismo e individualismo, y con un gran reto de integrar a las nuevas generaciones bajo un eco de reflexiones.
Gerónimo narra que esta fiesta católica se ve enmarcada con la presencia de miles de fervientes, quienes después de una larga caminata poco más de una hora del centro de la comunidad hasta el cerrito de El Calvario, sedientos y cansados se postran para presenciar la ascensión de Jesús y reconocer el perdón de los pecados como último acto.
En esta ocasión, como desde hace 40 años, se espera una importante afluencia de personas a este evento católico, que con gran fe y tradición se organiza en la comunidad La Llave.
|